Quienes me conocen saben que practico deporte y que regularmente participo en maratones y carreras de diferente índole. La más destacable, por su dificultad y simbología, la de New York. La última, la que fuí este pasado fin de semana, la maratón del Médoc, que comparto con uds., si me lo permiten, por su singularidad.
La maratón du Médoc es, en realidad, la de los “châteaux” (castillos) del Médoc, en la zona de Burdeos, ya que son diferentes castillos los que marcan el recorrido. Se desarrolla a lo largo de tres días (empieza un viernes por la noche termina el domingo por la mañana) en un tono festivo, divertido y, a ratos, (muy) cómico.
Una de sus particularidades radica en que en los puestos de avituallamiento se sirven, además de las consabidas bebidas isotónicas, vinos. Si, sí, vinos de la región -grands crus-. También ostras, quesos, entrecôtes…
La gran mayoría de los participantes acuden disfrazados, disfraces que son excéntricos y ocurrentes. Por mi parte llegué con algún elemento de atrezzo. Lo hice acompañado de amigos, entre los cuales algunos chefs franceses, y con el ánimo de compartir y disfrutar de un evento único que ensalza la joie de vivre. Eventos, éstos, que estrechan lazos, son placer para el paladar y proporcionan fuerzas para afrontar los próximos meses. Les animo a que, si tuvieran la ocasión, participen en la próxima edición!.
Este texto corresponde a extracto newsletter enviada por Romain, a través de Caelis, el día 12 de septiembre de 2018.
La newsletter se envía cada miércoles, con detalle del Menú Caelis semanal.
Suscripciones, en este mismo blog.